Los arbolitos y las casas de cambio se negaron a vender dólares durante toda la mañana. Mientras los cambistas informales se quejaban porque la divisa estadounidense, según ellos, no tenía precio, los empleados de los negocios de moneda alegaban desconocer las nuevas reglas del juego. Recién después del mediodía de ayer las nubes del nuevo control de cambios se despejaron y el mercado no bancario volvió a funcionar con normalidad.
Desde antes de las 10, Ángel Ragido rebotaba por la calle San Martín. Había llegado a las 7 a la terminal desde la alta montaña para cobrar la asignación por discapacidad de su hija y cambiarla por dólares, para ahorrar. “Espero que me vendan porque esta tarde tengo que viajar. Allá en el campo la crisis económica no se siente tanto porque no hacemos compras a diario, pero si ahorramos ese pequeño dinero en pesos, cuando volvemos a la ciudad, la plata ya no vale nada”, expresó Ragido, un hombre sencillo de 56 años.
Pax bancaria
Mientras tanto, en las sucursales bancarias la mañana transcurría con normalidad. A diferencia de lo que ocurrió en la city porteña, LA GACETA observó un solo camión de caudales entre las 10 y las 13. En cambio, el diario La Nación contabilizó 14 sólo en las dos cuadras aledañas al edificio del Banco Central en Buenos Aires, donde los bancos aumentaron durante el día la cantidad de dólares físicos que atesoran en sus sucursales.
Interactivo: los momentos clave del dólar en la era MacriSegún informaron fuentes bancarias provinciales, el sábado ya habían llegado aquí los dólares necesarios para afrontar la demanda de los clientes que decidieran retirar sus ahorros en el arranque de la semana. De cualquier manera, una cajera del Banco Macro atestiguó que el movimiento cambiario no era muy superior al regular.
También Victoria Zeballos testificó que las filas en los bancos no variaron con relación a días anteriores. Ella tiene 34 años, vende diarios y revistas en la puerta del Banco Galicia y denuncia a los especuladores. “Por ejemplo, yo trabajo también en pastelería. El otro día fui a comprar bandejas de cartones y me dijeron: ‘no, no tenemos stock, estamos esperando a ver qué es lo que pasa con el dólar’. ¿Qué tiene que ver el dólar con las cajas de cartón?”, protestó.
Arbolitos “sin hojas”
Un cambista que trabaja en la calle desde hace más de 30 años contó que sólo estaba comprando dólares porque no tenía para vender. “Se ha vendido bien el viernes y el sábado, así que hoy amanecimos sin dólares. Como el Gobierno decidió poner un cepo, la gente tiene miedo de comprar, porque puede ser que baje, y de vender, porque puede ser que suba”, explicó.
Este arbolito trabaja en la puerta de una casa de cambio que tampoco vendía dólares ayer por la mañana. “Todavía no sabemos cómo es la nueva normativa, estamos esperando que hable el ministro (Hernán) Lacunza. Hasta eso sólo estamos comprando a $ 59,50, el mismo precio del viernes”, se excusó un empleado. Recién después del mediodía empezaron a vender dólares a $ 63,20.
Efecto psicológico
Fuera de la calle, Pablo Tillan, economista tucumano radicado en Washington, descartó la posibilidad de que las nuevas restricciones a la compra de dólares perjudiquen el bolsillo del ahorrista mediano. “Si bien la medida afecta a personas físicas, el normal de la gente no puede comprar U$S 10.000 por mes en ahorros. Entonces la medida tiene como objetivo a los más ricos: apunta a controlar la demanda de dólares de las grandes empresas, que son las que mueven el mercado, porque ya no van a poder girar utilidades con mucha facilidad ni ahorrar en esa moneda”, consideró.
Además, Tillan estimó que el impacto sobre el ahorrista mediano, si existiera, tendría más que ver con la política que con la economía. “Me parece que para la mayoría de los ciudadanos el efecto es más psicológico que real, porque el Gobierno decide volver a un control de cambios, algo que intentó evitar. Pero en lo económico al ahorrista mediano creo que lo puede beneficiar, porque vamos a tener menos demanda de dólares y, por lo tanto, un dólar más barato”, pronosticó.